CEF Can Mir Actualidad

¡Volvemos a Bouloukounda!

09/01/2020

Los voluntarios de CEF Can Mir, Xavi, Rouse y Xavier esta mañana se han ido a Dakar (Senegal). Mbanding partió ante las fiestas para preparar la logística en Bouloukounda.

¡Volvemos a Bouloukounda!

Día 16 (24.01.2020)

#CEFCanMir #Bouloukounda Dia 16
#CEFCanMir #Bouloukounda Dia 16

El viernes se presentaba como el momento del adiós.

Todo estaba preparado y solamente era necesario esperar a las seis de la tarde para marchar de “Le Royaume des enfants” de vuelta a Rubí.

Después de un café con leche con buñuelos y una charla con Amador, todo el mundo se puso en marcha para realizar las diferentes tareas: Xavi y Xavier dieron una mano de pintura a uno de los lavabos, Fifi estaba trabajando con el ordenador, Amador repasaba documentos, y los cuatro niños enfermos estaban dibujando. Rouse era la única que estaba rompiendo la rutina y preparaba una agradable sorpresa para el resto del equipo.

Mientras tanto, muchos niños llegaban a la casa y recogían un bocadillo y una pieza de fruta que devoraban viendo una película de Charles Chaplin.

A las 10.30 horas comenzaron a salir de la casa ordenadamente y sin alboroto. Todos llevaban una lata colgada del brazo para iniciar una dura jornada “laboral”. También un niño que tenía un ojo morado, presumiblemente obra del Marabú no satisfecho por su labor, se apresuraba en salir de la casa para tener una jornada más productiva y no encontrarse con un nuevo castigo.

Y llegó el momento más agradecido del día. Rouse había enseñado a Ibrahima y a algunos monitores a hacer unas tortillas de patata, comida desconocida para muchos de ellos. Esta sencilla delicia gastronómica rompió la rutina y convirtió en especial la última comida que todos compartían.

A las 18 horas, y con una puntualidad inusual en Senegal, se presentó el amigo Check, el taxista que llevó a nuestros voluntarios a Bouloukounda y a Dakar, y fue en todo momento la persona que resolvió los pequeños desplazamientos con seriedad y profesionalidad.

Con el coche cargado de maletas, el grupo volvió a padecer la ceremonia de la despedida, en este caso reconfortados por el hecho que se mantendrá una relación permanente con los amigos de “Los niños de la Lata”, que estará muy presente en los proyectos que se hagan desde nuestro Club.

Después de la experiencia del viaje anterior, la previsión aconsejó llegar muy pronto al aeropuerto de Dakar para evitar males de cabeza y preocupaciones del último momento. Estas horas perdidas fueron una inversión para garantizar que todo saldría tal y como estaba previsto, ya que la nueva empresa Air Senegal practica como norma el “overbooking”.

A la medianoche, y después de un retraso de una hora, partió el avión de la compañía senegalesa, fabricado en China y con tripulación rusa, que haría escala en Marsella para cargar combustible y pasajeros y, posteriormente, salir para Barcelona.

A las 9 de la mañana salían por la puerta de desembarque del Aeropuerto del Prat Xavi, Rouse y Xavier; sus caras y su aspecto mostraban el desgaste que habían sufrido durante estos quince días, con los ojos vidriosos, y una alegría por el retorno que no manifestaban producto del cansancio y la tristeza que les embargaba.

Para cerrar estas 16 crónicas de “Volvemos a Bouloukounda”, queremos dejar patente nuestro agradecimiento:

- A las personas que las han seguido fielmente y a los que han sufrido nuestra insistente difusión.

- A los medios de comunicación e internautas que se han hecho eco de este viaje.

- A la gente que ha colaborado económicamente o con la donación de material de todo tipo.

- A las personas y entidades que nos han dado apoyo en la organización y en la difusión.

- A las personas de Senegal que nos han facilitado el trabajo y la estancia en este país.

- A la gente con la que hemos trabajado codo con codo y nos ha ayudado a convertir en realidad este proyecto.

- A los que, al pie del cañón, trabajan día a día para mejorar las condiciones de las personas sacrificando sus propias vidas.

Mención especial tienen nuestros voluntarios, nuestro equipo, nuestra gente; Xavi, Rouse y Xavier, por el grandísimo esfuerzo personal y vivencial que han realizado y que es digo de un reconocimiento excepcional. Sois muy grandes y nos sentimos muy orgullosos de vosotros Dais la esperanza, así como tanta gente que se dedica a las tareas humanitarias, a la cooperación internacional o a la acogida, que todavía se puede esperar alguna cosa verdaderamente buena del género humano.

Y, por último, a la gente de Bouloukounda, de Senegal, de África, que malviven en buena parte por el daño que les hemos causado desde siglos desde los países occidentales, las multinacionales, así como desde sus oligarquías, y que merecen salir del pozo en el que les hemos metido entre todos.

La aportación que se puede hacer de manera externa puede aligerar este lastre llegando a una proporción muy pequeña de personas, pero sin desfallecer en esta labor, ellos han de ser los verdaderos protagonistas de su futuro.

En este camino nos encontraremos.

 

 

 

 

 

Día 15 (23.01.2020)

El jueves tocaba “descompresión”; era la jornada previa al retorno, y Xavi, Rouse y Xavier necesitaban descansar mental y físicamente.

Aprovecharon la mañana para visitar la isla de Gorée, un lugar precioso y un pequeño paraíso que se encuentra a media hora escasa de Dakar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.

El trayecto en barco fue corto, ameno y curioso.

En la travesía conocieron a Ibrahima Diallo, un joven senegalés que iba con su novia a ver a la familia aprovechando unos días de vacaciones. Hablaba un perfecto castellano, ya que vivía y trabajaba en Olot desde hacía 10 años. Durante el viaje explicó a nuestros voluntarios la historia de la isla y su pasado como centro neurálgico del tráfico de esclavos.

Después de visitar este precioso lugar, conocieron la Casa de los Esclavos, que está gestionada por la UNESCO. Este espacio se hacía servir como mercado de esclavos y almacenes donde concentrarlos y repartirlos camino del continente americano y en menor medida del europeo.

Este museo memorial cuenta con objetos relacionados con aquella época y plafones donde se contextualiza la historia relacionada con el colonialismo, la esclavitud y el racismo. Uno de los elementos conmemorativos más evocadores es la llamada “Puerta sin retorno”, el último espacio de África que los esclavos cruzaban antes de ser enviados a América y Europa, y que atravesarla, suponía no volver nunca más a su tierra. Más de veinte millones hombres, mujeres y niños africanos fueron víctimas de esta pesadilla.

La percepción fue muy parecida a cuando visitas los campos de exterminio nazi, y genera una sensación de rabia y pena pensando en todo el mal que ha hecho Occidente a África desde hace siglos. Desde el tráfico de esclavos a la dominación colonial francesa la gente de Senegal, como de la mayoría de países africanos, vivieron la explotación y la brutalidad.

Actualmente, eso sí con “guante blanco”, continua la explotación y el expolio de este maravilloso continente, condenando a su población a la miseria y a la falta de cualquier horizonte de progreso. Con estas condiciones de vida, cualquier persona razonable debería entender por qué tantos hombres y mujeres se juegan la vida para venir a Europa. ¡Pocos vienen!

Después de comer volvieron a Dakar y posteriormente a Rufysque.

Una vez llegaron al “Royaume des Enfants” echaron una mano a Amador. Hoy no habían clases de corán y la casa estaba llena de niños. Una buena oportunidad para ocupar el tiempo en lo que más les gusta y no es ninguna novedad: jugar al futbol en la calle.

Y juegan en la calle porqué no les dejan hacerlo en un campo de futbol que se encuentra al lado, poniendo en riesgo su integridad por el paso de carros y coches, y en un espacio sin las mínimas condiciones y lleno de basura. Estos niños, que viven más allá de la miseria y de la marginación, también padecen el menosprecio de la sociedad senegalesa.

Una cosa que impactó a Rouse, Xavier y Xavi fue el tributo que los amigos de los “Niños de la lata” hacen a todos aquellos niños que, por edad, y que gracias a la labor que hace esta ONG, se pueden independizar (que salen de este mundo, dejan el Marabú, y encuentran trabajo) y que se han abierto camino en la vida. En el jardín, que está en un patio de la casa, hay 33 latas en las que plantaron un árbol con el nombre de cada joven que se marchó.

Acabada la actividad, ducha, merienda (plátano y zumo), pomadas para curar las heridas y a preparar la cena.

Cuando todos se marcharon con sus respectivos Marabús, quedaron cuatro niños enfermos a cenar y a dormir, acompañándolos tres monitores.

Llegaba el momento de descansar y disfrutar de la tertulia con Amador en la terraza de la casa hasta la medianoche. Hablar con este gran hombre es enriquecedor y gratificante, pero la explicación de sus vivencias en este país profundiza en el dolor y la tristeza de nuestra gente, que ya lleva dos semanas viviendo intensamente, acumulando día a día lecciones de vida, y siendo testimonios de las injusticias y las indignidades a las que se ha condenado a tantísima gente.

Mañana viernes habrá que preparar el regreso. A las 18 horas un taxi los recogerá para llevarlos al aeropuerto de camino a casa.

 

 

 

Día 14 (22.01.2020)

#CEFCanMir #Bouloukounda Dia 14
#CEFCanMir #Bouloukounda Dia 14

Como decíamos en la crónica de ayer, la jornada del martes al miércoles tuvo un hilo conductor: el viaje desde Tambakounda a Dakar.

La maratoniana jornada de regreso dejó a nuestros voluntarios totalmente exhaustos. El largo trayecto en autobús, con unos asientos duros y estrechos, una única parada de 15 minutos en 700 kilómetros (para estirar las piernas, hacer las necesidades fisiológicas y comprar alguna cosa para cenar), y los dos controles policiales provocaron que se llegase a la estación de Dakar con dos horas de retraso, a las 6:15 de la madrugada. Apenas pudieron dormir y el miércoles pasaría factura a Rouse, Xavi y Xavier.

Posteriormente, y después de una intensa negociación del precio, cogieron un taxi que los llevó a Rufysque, donde les esperaba ya despierto Amador en “Le Royaume des Enfants”. Después de recibirlos con el cariño que le caracteriza, desayunaron juntos y a continuación disfrutaron de un momento de descanso acompañado de una ligera pero gratificante ducha.

Tocaba continuar con la tarea que se había iniciado con la llegada a Senegal: concretar y cerrar definitivamente el acuerdo de colaboración entre “Els nens de la llauna” y el Club Escola de Futbol Can Mir.

En el acuerdo participaron en representación del Club Xavi, y de parte de la entidad tarrasense Amador (presidente) y Fatumata Anne (directora del centro).

Fue fácil el acuerdo; compartimos una gran parte de los objetivos las dos organizaciones, y por nuestra parte será un privilegio poder trabajar con gente tan sensible y tan implicada socialmente.

Después de una comida adobada de picante, acompañante habitual de cualquier menú, y de dar de comer a los niños y niñas del centro, Amador quería que conociésemos Rufysque, una ciudad de unos 200.000 habitantes (seguramente muchísimos más, ya que no se tienen datos fiables).

El centro de esta población es el único lugar que disfruta de calles más o menos asfaltadas. El alcantarillado conduce aguas fecales a cielo abierto, y la concentración de humos de los vehículos y la arena del ambiente hacían muy difícil respirar.

Toda esta parte de la ciudad es un denso mercadillo con un estresante flujo de gente que no para de ir y venir de un extremo a otro.

Aprovecharon esta salida para comprar algunas cosas para la casa-hogar, entre ellas medicamentos. Una vez llegados al centro intentaron colaborar con las tareas de cuidado de los niños y niñas.

Queremos aprovechar este escrito para reconocer públicamente la labor que esta realizando la entidad tarrasense “El nens de la llauna” en Rufysque y el sacrificio personal que hacen gente como Amador y los colaboradores que los rodean, gente dedicada en cuerpo y “alma” a dignificar la vida de muchos niños y niñas de esta ciudad.

Una muestra de su gran labor la vivieron nuestros voluntarios ayer.

Eran las 22:30h y Xavi y Amador estaban acabando de preparar a 5 niños para ir a dormir. Este número eran los “privilegiados” que dormirían en la casa, ya que “Le Royaume des Enfants” si bien acoge a más niños, solamente se pueden quedar a dormir esta cantidad.

Cuando un niño se queda a dormir en la casa es porque está enfermo, este es el orden de prioridades. Ellos dormirán en una cama, duchados y habiendo cenado. El Marabú (ya explicaremos quien esta figura) no quiere a niños enfermos.

Sus compañeros sanos, dormirán en el suelo y algunos de ellos sin cenar en la casa escuela de este personaje. Es difícil esconder los sentimientos de impotencia, tristeza e indignación ante esta situación.

Nuestro equipo estaba absolutamente desolado. Miraban a los niños y niñas a la cara y les brillaban los ojos. Antes de cenar, Rouse y Xavi les dieron una “golosina”: una bolsa con cacahuetes y una naranja. La sonrisa aparecía en su rostro.

Mientras los niños veían una película de dibujos animados, les hirvieron agua que mezclaron en un cubo donde había agua fría. Amador y uno de sus ayudantes les ducharon uno a uno.

Después que cenasen, estos les cubrieron el cuerpo con crema Carité para curar y aligerar el dolor de las llagas y les dieron la medicación que necesitan, unas gotas para los ojos o una pomada; a continuación, lavarse los dientes y a dormir.

Esta es la triste realidad.

Se calcula que mas de 200.000 niños y niñas del Senegal sobreviven mendigando comida y dinero. Van con una lata vacía por las calles para poner lo que les dan. En muchos casos no llega a los 0,50 euros diarios.

Estos niños, generalmente de zonas rurales, son entregados por sus familias (muchos de ellos no volverán a verlas y ni tan solo recuerdan sus caras) a un Marabú (una especie de líder religioso y profesor del Corán) para que les “eduque”. Una parte de lo que los niños obtienen pidiendo se debería enviar a su comunidad y el resto sirve para pagar los gastos de mantenimiento y alojamiento. Los niños viven en la casa-escuela del Marabú. Dependen absolutamente de su buena voluntad y muchos son maltratados y vejados; en algunos casos son asesinados y no hay ninguna repercusión legal.

Con los “beneficios” obtenidos cubren las necesidades del Marabú, del que dependen, que según los casos viven con una relativa opulencia. Una parte, supuestamente es remitida a sus progenitores. Mientras tanto los niños y niñas viven en condiciones de insalubridad extrema, maltratos y castigos de todo tipo.

Ante esta realidad, un grupo de tarrasense decidieron crear hace tres años la Associació “Nens de la Llauna”. Esta entidad trabaja con una contraparte senegalesa en el proyecto “El Regne dels Nens”. El objetivo es crear un verdadero hogar para una cuarentena de niños y niñas senegaleses forzados a la mendicidad, que podrán mejorar su salud, higiene, nutrición y educación.

Después de dos años en que se abrió en centro-hogar, y a pesar de ir en la dirección correcta, según ellos, todavía están a años luz de conseguir cubrir estos puntos básicos.

En esta iniciativa participan profesionales de la salud, la educación y la cultura de Senegal. También colabora el Ayuntamiento de Terrassa y el Estado español.

Su labor de cooperación internacional al desarrollo es entendida como una ayuda para dotar la población local de los recursos necesarios para conseguir la autonomía personal y colectiva y el desarrollo.

Dado el carácter de su proyecto, con niños y niñas sin ningún apoyo familiar y enfrentados en un medio, un sistema y una sociedad tremendamente hostiles, les obliga a potenciar la vertiente asistencial de la entidad.

Después de conocer esta cruda realidad y la tarea que hacen los amigos de “Nens de la Lluna”, y antes de ir a dormir, Xavi le pregunto a Amador si no iba a descansar; este le dijo que quería un momento de calma. Cogió una taza con una infusión de manzanilla, encendió un cigarro y se sentó a mirar el cielo.

Este ritual recordaba los finales del día en Bouloukounda de los que disfrutaban nuestros voluntarios, y que ya echaban a faltar.

Mañana, mientras esperan las horas para coger el avión hacia casa, vía Marsella, será necesario oxigenarse un poco. Dakar y la isla de Gore les esperan.

 

 

 

Día 13 (21.01.2020)

#CEFCanMir #Bouloukounda 2020
#CEFCanMir #Bouloukounda 2020

El martes el tiempo acompañaba la marcha de nuestros voluntarios.

Comenzó el día con alguna nube que tapaba el sol y el poblado no tenia el brillo de las mañanas al que les tenía acostumbrados. Parecía que el cielo también era cómplice de la tristeza que reinaba en el ambiente.

Como cada día, Xavi preparó el café en la cocina de carbón y el almuerzo para todos, y entraron en la casa algunos niños para despedirse.

Esta vez no había risas ni jolgorio. Sentados delante de una pequeña mesa Xavier, Rouse, Xavi y Camara iban dando sorbos al café con leche, sin hablar, y daban algún mordisco a un trozo de pan con la mirada fijada en el suelo.

Después de recoger y “levantar el campamento” comenzó a entrar gente. Después del “bon jour” o el “tanante”, se quedaban sentados mirándolos con los ojos vidriosos. Parecía un velatorio.

Fansu no paraba de llorar en silencio agarrado a Xavier, como deseando que no marchase todavía. En el porche, Sidibe, Dembo, Bayla, Camara, y algunos niños y niñas, Vintu, Dalo, Fune, Lamin, Mamadu, Fansu, Mbanding y unas cuantas mujeres, solamente los miraban; esperando que el claxon del Hyundai Tucson de Ibrahima sonase en la puerta de la casa como señal de partida.

Y llegó el momento.

El claxon sonó y algunos niños ya no lloraban en silencio, sino que acompañaban sus lágrimas con frases de cariño. Los abrazos, las caricias y las palabras tiernas y agradecidas acompañaban las lágrimas en ambas direcciones.

Cargaron las maletas en el coche y este inició la marcha dejando atrás a mucha gente que se despedía con la mano. En el interior, silencio, algunas lágrimas y la mirada fijada en el que durante unos días fue su hogar.

De camino recogieron al profesor Diouf, que quiso acompañar a nuestra gente durante todo el día en Tambakounda.

Con Diouf comieron y después también con él visitaron el mercado central y parte de la ciudad vecina; un excelente guía que les ilustró con una infinidad de historias de Bouloukounda y de Senegal.

Rouse fue al zapatero a recoger unas chanclas de cuero que desde Rubí le habían encargado y que servirán para financiar los posteriores viajes.

Diouf les hizo algunos regalos y con todos aquellos con los que se encontraba le explicaba orgulloso de donde venían, y que les habían traído ordenadores, una impresora y un generador eléctrico para la escuela.

Una vez se reencontraron todos, los acompañó a la estación de autobuses Salam y se despidió con un fuerte abrazo y un “tu me manqueras” (os echaremos a faltar).

Cuatro horas de espera y por fin, a las 20:30 horas arrancaba el autocar y encaminaba la carretera nacional hasta Dakar, con la previsión de llegar a las 4:15h. de la madrugada. La previsión se quedó corta, y finalmente tardaron 10 horas.

Inmersos en esta nueva etapa del viaje, después deberían coger un taxi hasta Rufysque, donde Amador les estaría esperando en “Le Royaume des Enfants”.

 

 

Día 12 (20.01.2020)

El lunes despertaban nuestros voluntarios después de una noche de vigilia e inquietud por lo que iba a pasar a lo largo del día.

Última jornada en que Rouse, Xavier y Xavi habían de terminar las tareas pendientes y preparar la vuelta hacia Dakar.

El primer golpe ha tenido lugar cuando Fansu, uno de los niños que había cogido más cariño a Xavier, se había enterado de que el martes por la mañana marcharían de Bouloukounda. Comenzó a llorar desconsoladamente y a abrazar con fuerza a Xavier.

Sin desfallecer ante las tareas que se debían de realizar, Mbanding marchó a Tambakounda con los pasaportes del equipo para comprar los billetes que los llevarían desde esta ciudad a Dakar.

A continuación, nuestros voluntarios arreglaron el espacio que les habían cedido en la casa y comenzaron a organizar maletas y dejar las habitaciones tal y como las habían encontrado al llegar al poblado.

El calor les acompañaba, la temperatura llegaba a los 40 grados, y el sol se veía borroso por la calima y la arena suspendida en el aire.

Después de comer unos macarrones poco arreglados, a las 17 horas, se presentó en la casa el profesor Diouf, Mbanding y algunas mujeres para hacer una última reunión con la Rouse para completar el proyecto de “le potager” (el huerto).

Ya se había determinado el lugar, la dimensión, los productos que se habían de plantar y ahora era necesario cerrar aspectos relativos a la gestión. En este sentido, Diouf se encargará de organizar a las mujeres y hacer un reparto de los días de trabajo. También se acordó el reparto del rendimiento del huerto comunitario: el 33% para el mantenimiento, el alquiler del tractor o la compra de herramientas; el 33% para las mujeres que lo trabajen y sus familias, i el 34% para comprar medicamentos que administrará y dispensará Diouf.

Posteriormente fueron a la escuela y Rouse enseño a las mujeres a hacer viveros, con las semillas que trajo y las botellas convertidas en tiestos, entregando también un dosier-guía elaborado por ella misma.

Acabada la reunión, y sabiendo que este podía ser el último momento que compartirían juntas, Rouse y las 21 mujeres que se harían cago del huerto se despidieron muy emocionadas y con mucho cariño, ya que se había creado una gran complicidad entre ellas.

Una de las cuestiones que también se cerraron fue la gestión de las pequeñas curas, que para hacerlas viables serán necesarias aportaciones muy simbólicas de las personas atendidas, ya que estos primeros auxilios se financiarán en gran medida por la venta de una parte de productos del huerto.

Así mismo Rouse le dio a Sidibe un móvil para poder hacer fotos, enviar mensajes, o comunicarse con el personal médico aportado por “Los niños de la lata”, una herramienta que facilitará la atención rápida de las personas enfermas o heridas.

Mientrás tenía lugar esta reunión, Xavi y Xavier fueron por última vez al “Can Mir Bouloukounda Stadium”. Con un nudo en la garganta cruzaron el pueblo. Allá les esperaba todo el equipo juvenil, que consta de 25 jugadores (prácticamente dos equipos) haciendo un pasadizo y chocando las mano hasta llegar al palco (un banco de madera, el resto de los espectadores se sienta en el suelo o se mantiene de pie).

Después de jugar un partidillo de despedida de los dos equipos, con lágrimas en los ojos, Xavi y Xavier se han despedido entre abrazos de los jóvenes, sin olvidarse de hacer unas fotografías que los jugadores piensan que pueden ser un “salvoconducto” que les permita algún día salir de su país para jugar al futbol como profesionales.

Para que no desaparezcan de la memoria y no se difumine su ilusión, no nos olvidaremos de mencionar a Balà, un joven de 16 anños muy bueno, con un corazón enorme i sordomudo de nacimiento; a Keian Traore, de 14 años, un jugador brutal y que triunfaría en cualquier gran equipo; a Keihan Sidibe, un cadete lateral derecho rapidísimo y hábil; a Kisima Danbaka un interior de 14 años, hábil y listo; o a Kulu Gimbara de 15 años, un mediocampista buenísimo con un chute increíble. Que los sueños que tienen algún día se puedan hacer realidad… como el de todos los niños y niñas que necesitan soñar.

A dos de los entrenadores, Bayla y Dembo, les tenían preparada una sorpresa. Les entregaron una tablet con el curso entero de la Federación Catalana de Futbol (entrenador de nivel 0) y que les permitirá también preparar los entrenamientos. Estaban entusiasmados, emoción a la que se había añadido Sidibe, que es quién coordina a los entrenadores.

Ultima noche mirando las estrellas en Bouloukounda. Con ganas de volver sin haber marchado, y con una tristeza difícil de explicar, se despiden nuestros voluntarios de las noches del poblado.

A partir de mañana el cielo será muy diferente, y la vida de algunos también, incluidas las de Xavi, Rouse y Xavier. Son muy conscientes que vivirán el peor momento del viaje: la despedida con el corazón encogido de toda la maravillosa gente con la que han compartido estos sentimientos y muchísimo trabajo, y los 700 kilómetros en autocar desde Bouloukounda a Dakar viajando de noche.

 

 

 

Día 11 (19.01.2020)

#CEFCanMir #Bouloukounda Día 11
#CEFCanMir #Bouloukounda Día 11

El domingo despertaba con unas expectativas muy altas de lo que podría dar de si la jornada.

No es que estuviese prevista ninguna actividad o acontecimiento especial, en principio, si no que se pondría a prueba el cumplimiento de los acuerdos a los que se había llegado con el alcalde Drammhe, así como conocer la capacidad de movilización de la gente del poblado para hacer una tarea colectiva hasta ahora inusual.

A las 9 horas nuestra gente esperaba al grupo de voluntarios que había convocado el alcalde. El lugar escogido era a la sombra de un árbol grandioso que se encuentra en el centro del poblado; el espacio de las grandes celebraciones y de los encuentros importantes de la gente de Bouloukounda.

Xavi, Rouse y Xavier comenzaban a preocuparse porque habían pasado muchos minutos y no se había presentado nadie. Repentinamente, a las 10 llegó un alud de gente, más de 100 personas de todas las edades. Puede que hubiese problemas de comunicación.

La tarea que tenían que llevar a cabo se concretó con el alcalde en las reuniones que se habían mantenido días atrás. Estamos hablando de la organización de “brigadas” que se encargarían de recoger la basura de las calles, que las familias aprendiesen a gestionar los residuos, y también la recogida y aprovechamiento de las deposiciones de los animales para fabricar adobe para el huerto.

Se crearon tres nutridos grupos dirigidos por cada uno de nuestros voluntarios. Cada grupo cogió un camino diferente cargado de sacos vacíos; un grupo destinado a recoger el plástico y los envases, otro el cartón y el papel, y otro los detritos.

Esta puesta en escena no hubiese sido posible sin la colaboración de Ariadna, que preparó los documentos en francés y desarrolló sobre el papel las tareas concretas que se tenían que realizar.

Después de hora y media de actividad intensiva, la gente que participó volvió a encontrarse debajo del árbol. Un carro tirado por un burro cargó y trasladó los sacos con las deposiciones al lugar donde se construiría el huerto comunitario. Los plásticos y envases recogidos se clasificarían y almacenarían para darles un uso posterior, así como los cartones y el papel, y la fracción del resto se enterraría en el lugar más adecuado.

El alcalde Drammhe estaba exultante y se comprometió a que al menos una vez al mes se llevaría a cabo esta tarea, así como que a partir de ahora cada casa tendría unos sacos para separar la basura y mejorar la gestión de los residuos. El profesor Diouf insistió e hizo pedagogía de la importancia del trabajo en equipo, y será quién garantizará el seguimiento y continuidad de estas tareas.

Nuestros voluntarios también estaban contentos ya que participaron muy activamente los hombres del poblado, “reivindicación” reiterada que se había hecho a la máxima autoridad de Bouloukounda.

Otra buena noticia es que se cerró el acuerdo para alquilar el tractor, herramienta imprescindible para trabajar una extensión de alrededor de una hectárea (la medida de un campo de futbol). De la coordinación de esta tarea se encargará Mbanding, que continuará unas semanas más en el poblado antes de volver a Rubí.

Al dirigirse hacia a casa a comer, Ibrahima, el conductor que les acompañó el otro día a Tambakounda, les invitó a la celebración del nacimiento de su hijo, el pequeño Mamadou, que llegó al mundo hace una semana.

Estas celebraciones, y poner nombre a un niño, habitualmente se hacen cuando han pasado unos meses, ya que el índice de mortalidad infantil es muy alto.

En la fiesta se encontraba parte de Bouloukounda y gente de otras poblaciones cercanas; mujeres y hombres engalanados con los mejores vestidos como requería el acontecimiento. Las mujeres, compartían el baile con la preparación de la comida; los hombres sentados hablaban y tomaban té, y los niños y niñas llenaban el jardín jugando y bailando al ritmo de una música ensordecedora de fondo.

Después de comer tocaba un momento de tranquilidad hasta las 17 horas, cuando había nuevamente que centrarse en la actividad deportiva. Era el día de los partidos contra equipos de otras poblaciones y jugaban niños y jóvenes de las categorías alevín, cadete y juvenil.

La Rouse quería descansar un rato después de una mañana muy intensa, pero las niñas del futuro equipo femenino la fueron a buscar para que las llevase hasta el campo a entrenar.

Al finalizar la jornada futbolística, que acabó con la victoria de todos los equipos del CEF Can Mir – Bouloukounda, comenzaba a hacerse de noche y nuestra gente marchó hacia la casa.

En la puerta les estaba esperando Mbanding y Dembo Kadiakhe, responsable de una ONG norteamericana que centra su actividad en el saneamiento del agua y que habían tenido la oportunidad de conocer el viaje anterior, y se celebró una reunión para tratar el tema.

A la hora de hacer balance, y con las estrellas y un cigarrillo como acompañantes, Rouse, Xavier y Xavi estaban muy satisfechos de cómo había ido la jornada, y muy especialmente con la actitud de la gente de Bouloukounda para gestionar colectivamente cosas de la cotidianidad que, sin duda, les ayudarán a mejorar sus condiciones de vida.

Nuestros voluntarios también comienzan a acentuar la necesidad del reencuentro con la gente querida y que está físicamente tan lejana.

Mañana lunes comienza la odisea de gestionar el retorno, y una parte del equipo se desplazará a Tambakounda para conseguir los billetes del autocar hacia Dakar, e iniciar de aquí a unos días la dureza de la despedida de esta buena gente y el camino de vuelta a Rubí.

 

Día 10 (01/18/2020)

#CEFCanMir #Bouloukounda Día 10
#CEFCanMir #Bouloukounda Día 10

La mañana del sábado comenzó como siempre, con el tradicional desayuno de "café au lait te pain with mayonnaise te oignon" y con nuestros voluntarios muy tocados después de la pedalada de ayer para ir al parque de Wassadu.

A las 9 horas tuvieron reunión con el alcalde Drammhe, con quien había que reforzar el compromiso para que los hombres de Bouloukounda colaboraran en las tareas del nuevo huerto que se ha de instalar, y de lo que hasta ahora son las principales protagonistas las mujeres del poblado.

Tras la reunión con el alcalde, volvieron a casa para reciclar todas las botellas y latas que se recogieron estos últimos días y transformarlas en pequeños semilleros.

Una de las cosas fundamentales para preparar el huerto comunitario era alquilar un tractor que hiciera las tareas previas de preparación de los terrenos, y Mbanding y otro hombre del pueblo se fueron de madrugada a Missirah y a otras poblaciones cercanas para intentar conseguir presupuestos de dicho alquiler. Desgraciadamente, regresaron a las 21.30 horas sin haberlo conseguido.

Al mediodía Rouse fue a comer a casa de la madre de Mbanding, acompañada de otras mujeres, para explicarles la manera de organizar el plantel. Xavi y Xavier, después de comer, y a pesar que hoy era día de descanso futbolístico, fueron al "Can Mir Stadium" con la convicción que habrían niños y jóvenes que les estarían esperando para jugar al fútbol.

Mientras los niños estaban jugando, se ha presentado Rouse en el campo de fútbol con un nutrido grupo de niñas, que han tenido su primera toma de contacto con el fútbol, ​​actividad de la que no participaban hasta este momento.

Este hecho intentaba reforzar uno de los objetivos que se marcaron cuando se definió el proyecto: ayudar al empoderamiento de las mujeres y las niñas de Bouloukounda.

La sociedad senegalesa es esencialmente patriarcal y lleva muchísimos siglos de retraso con respecto a los derechos de las mujeres. Podríamos afirmar que todavía ni siquiera se lo han planteado.

Nuestros voluntarios en todo momento han sido conscientes de esta realidad y la dificultad de revertirla, porque serán necesarios muchos años para cambiar unos patrones culturales arraigados desde el inicio de los tiempos, y también porque dudamos de la voluntad colectiva de hacerlo.

Trabajar para cambiar esta situación será una tarea muy difícil y, además de nuestras modestas aportaciones y de impulsar proyectos concretos que tienen esta pretensión, no será posible si las propias mujeres no son conscientes y empiezan a abrirse paso; hasta que no se transmitan algunos valores de igualdad en las escuelas y los niños y niñas compartan habitualmente actividades comunes, y hasta que los hombres del poblado no empiecen a cambiar la mentalidad; seguramente la tarea más complicada.

En nuestro país hemos vivido los avances de las últimas décadas para alcanzar una sociedad más igualitaria, y todavía queda mucha pedagogía por hacer y una apuesta firme para lograr este propósito, sin olvidar la ola reaccionaria de regreso al pasado que algunos pretenden.

En el caso de Senegal, la tarea es doblemente difícil dado el lastre cultural y el hecho que la igualdad entre hombres y mujeres ni siquiera se plantea, ni a nivel personal, ni colectivo, ni institucional. Al caer el sol, cosa que cuando sucede oscurece totalmente el poblado en pocos minutos, todo el mundo ha ido a sus casas y nuestros voluntarios tenían por delante hacer balance del día y preparar las tareas para el día siguiente. Durante el día de hoy hemos tenido conocimiento de una noticia muy preocupante.Los amigos de la entidad de Terrassa "Los niños de la Lata" se encuentran en una situación económica muy complicada, y existe el riesgo de tener que cerrar el centro "Le Royaume des Enfants" (el Reino de los Niños) de Rufisque por falta de recursos para financiarlo.

La tarea que realiza esta entidad es fundamental para que los niños y niñas de esta ciudad puedan tener el acceso básico a los servicios sanitarios, educativos y de nutrición.Como no podría ser de otra manera, el Club Escuela de Fútbol Can Mir participará en cualquier campaña o iniciativa para que se pueda resolver esta problemática, y cuando nuestros voluntarios vuelvan a Rubí, mantendrán una reunión con la entidad egarense para poner hilo a la aguja y ver de qué manera podemos colaborar.

 

Día 9 (01/17/2020)

Volvemos a Bouloukounda. Día 9
Volvemos a Bouloukounda. Día 9

El viernes estaba previsto que fuera un día de relajación, después de una primera semana en la cual se cumplieron los objetivos fijados y nuestra gente sufrió un desgaste importante, tanto físico como emocional. Todavía queda una semana y era necesario cargar pilas.

Para hacer efectiva esta desconexión, Diouf, Ibrahima, Mbanding y Sidibe aconsejaron a nuestra gente visitar el campamento de Wassadu, que se encuentra en el delta del río Gambia. Según comentaron está a unos 5 kilómetros de Bouloukounda y la gente del poblado llega andando o en bicicleta. Algo no cuadraba cuando Diouf les dijo que fueran con moto. Ojalá le hubieran hecho caso.

Les dejaron cuatro bicicletas y Sidibe los acompañó haciendo de guía. Según les explicaron, el campamento es un lugar donde se pueden encontrar animales salvajes en su habitat, pero era mejor ir con alguien que conociera la zona, ya que además de micos e hipopótamos, también hay animales más peligrosos como escorpiones o cocodrilos.

A las 9.30 horas Xavi, Rouse, Xavier y Sidibe, que dirigió el grupo, se pusieron en marcha. Cuando llevaban unos 5 quilómetros pedaleando cogieron un camino de tierra que lleva al campamento, ya que la carretera se encuentra en mal estado y circulan muchos camiones.

 En aquel punto, una patrulla de la Gendarmería no dejaba pasar a nadie y cerró el camino; una ambulancia y un Jeep pick-up cargado de hombres armados entraron a toda velocidad. Ante esto Sidibe preguntó y le explicaron que una mujer de Dialakoto se cayó de una palmera desde unos 20 metros de altura. Esto obligó a nuestros voluntarios a volver a la carretera y hacer 5 quilómetros más hasta Depo, donde cogieron otro camino de tierra que también les llevaba a Wassadu.

Continuaron el camino hasta llegar a un pequeño poblado, donde invitaron a nuestros voluntarios a sentarse para descansar y aprovecharon para charlar un rato. Dos mujeres estaban atareadas; una sacaba agua del  pozo y la otra daba el pecho a un bebé. Ninguna de las dos se inmutó por su presencia.

Unos kilómetros después llegaron por fin al río Gambia. Allí un guarda habló con el equipo y les indicó que ese no era lugar de parada para los turistas, pero Sidibe habló con él y finalmente les permitió la estancia. Es el mejor lugar para ver de cerca los hipopótamos, y les explicó que hacía sólo unos momentos un grupo había entrado en el agua y que no se podrían volver a ver hasta que no bajara el calor.

Después de un rato buscando rastros de los hipopótamos, el guarda les recomendó pasar al otro lado del río por seguridad: había cocodrilos.

Retomaron un nuevo camino unos kilómetros más y se adentraron en la selva, donde disfrutaron con la flora y los ruidos de animales y de aves de todo tipo.

Cuando llevaban más de 15 kilómetros en bicicleta (nada que ver con los 5 que les habían comentado) y empezaban a estar reventados, llegaron al campamento de Wassadu, un lugar increíble colonizado por el turismo, con un hotel y bungalows que no están al alcance de todos.

Este es un lugar elevado sobre el río Gambia con unas vistas increíbles, y es donde comienza el parque natural. Observando con paciencia, vieron un grupo muy nutrido de monos y también intentaban ver otras especies.

Después de una comida excelente descansaron en una hamaca contemplando este maravilloso paisaje. Xavier, emocionado, abrazó a Xavi y le dijo que era el lugar más hermoso que había visto en su vida. Las fotografías no hacen justicia.

La vuelta a Bouloukounda fue muy dura, debían hacer el mismo recorrido para no encontrarse cortado el camino previsto inicialmente. Quedaban 15 largos kilómetros por delante, con unas bicicletas sin frenos, medio rotas, con hierros en el asiento y en todas se les salía la cadena y se les aflojaba el manillar. Por el camino de vuelta se detuvieron varias veces al encontrarse con familias de monos cruzando o jugando al margen del camino.

Los últimos 10 kilómetros de asfalto fueron insufribles por el cansancio, el calor y el tráfico de camiones y, a ratos, iban alternando entre andar e ir en bicicleta.

A las 18.30 horas llegaron a Bouloukounda totalmente exhaustos, especialmente Rouse y Xavi.

A partir de este momento, una reconfortante ducha (ya explicamos en qué consiste), y una cena que finalmente no llegó. Afortunadamente quedaban como reservas unas latas de atún compradas en Tambakounda.

Xavi, que conoce su cuerpo y que ha pasado por siete operaciones, descubrió músculos que no conocía y le dolía tanto el culo que se sentó en una almohada.

Esta noche, a parte de las constelaciones, también pudieron contemplar una cantidad de animales e insectos que corrían o revoloteaban ante ellos.

Mañana sábado vuelve la normalidad, y lo que había sido un día supuestamente de relajación, acabó con nuestro grupo físicamente reventados, pero tuvieron la oportunidad de poner distancia de la presión emocional que han arrastrado los últimos días

 

 

Día 8 (16.01.2020)

Volvemos a Bouloukounda Dia 8

Después de la intensa y emotiva jornada del miércoles, la del jueves también preveía situar a nuestra gente en la cúspide de esta “montaña rusa” que están viviendo día a día, y además, tenían por delante el día con las temperaturas más altas. Afortunadamente, el bocadillo de cebolla con mahonesa del almuerzo con unas elevadas dosis de café les daría la energía suficiente para afrontarlo.

Tocaba hacer la instalación eléctrica de la escuela y poner en funcionamiento el generador y los ordenadores, tirar adelante la formación de las mujeres para poder crear el huerto comunitario del poblado, y acabar de repartir la ropa y el calzado entre los niños y las niñas más pequeños, tarea concreta de la que se haría cargo Mbanding.

Xavi y Xavier, “el petit Xavi”, comenzaron a hacer la instalación del cableado que habían adquirido el miércoles en Tambakounda.

En tres horas hicieron la instalación exterior e interior con profesionalidad. Ahora tocaba poner en funcionamiento el generador que, como era previsible, tenía que dar algún mal de cabeza.

Efectivamente, este se ponía en marcha y pocos minutos después dejaba de funcionar. Xavier sacó los conocimientos mecánicos vinculados a su pasión por las motos y desmontó el motor del generador. Al final, el carburador estaba un poco sucio y lo limpió con gasolina. Una vez acabada la tarea, lo puso en marcha y funcionaba a la perfección.

Primer momento de euforia compartida y primer problema resuelto. Ahora tocaba poner en funcionamiento los ordenadores y la impresora, pero nuestra gente se encontró con una situación recurrente que dejó esta tarea para más tarde.

Mientras tanto, Rouse se reunía con 10 mujeres para hablar del nuevo huerto, encuentro en el que también participó el alcalde Drammhe, pieza imprescindible por lo que comentaremos más adelante.

Rouse explicó los diferentes tipos de verduras, legumbres y frutas sobre las cuales se trabajaría, teniendo en cuenta que es posible que algunas de ellas no acabarían de germinar dadas las condiciones climáticas y del terreno.

Había traído semillas, material y documentación divulgativa con fotografías y dibujos de cada una de las variedades vegetales, sobre las labores preparatorias del terreno y de cómo fabricar abono; materiales que había preparado unas semanas antes Ariadna, voluntaria que participó el año pasado.

Las mujeres estaban muy ilusionadas con el proyecto y mantenían una actitud muy participativa, ya que ellas serían las protagonistas de tirarlo hacia delante y tenían un desconocimiento importante en la materia.

En cierto momento Rouse, fiel a su manera de pensar y de ser, se dirigió con autoridad al alcalde para platearle la absoluta necesidad de la implicación de los hombres de Bouloukounda, ya que al final también serían participes a la hora de comer y no era razonable que las mujeres, con la carga de trabajo que llevan cada día, tuviesen que hacer en solitario esta tarea.

El alcalde asentía con la cabeza y se comprometió a mantener una reunión con los hombres para que se remangasen y participasen activamente. Por ejemplo, ya que de momento no hay canalización de agua al huerto, llenando cubos en los pozos y trasladando el agua para hacer el riego manualmente. También para organizar un grupo de trabajo que se encargue de recoger los detritos de los corrales y los que están esparcidos por el poblado para fabricar el abono.

En paralelo Mbanding está buscando precios para ver si se puede alquilar un tractor que facilite llevar a cabo las labores más duras.

Una de las mujeres que participaron tiene un pequeño huerto y, con su experiencia y la formación que se dio, será un buen referente para crear el huerto comunitario con sus compañeras.

Otra de las cuestiones que se trató era mejorar la gestión de los residuos que se generaban y su reutilización, tarea también trabajada por Ariadna. La primera misión que se encargó fue la recogida de todas las botellas, garrafas y plásticos que se encuentran dispersados por el poblado, para darles posteriormente otra vida y mantener un cierto “orden” y limpieza en las calles.

También de cómo pueden aprovechar la basura orgánica para hacer compost y utilizarlo en el huerto.

Como explicábamos anteriormente, se retrasó la puesta en marcha de los equipos informáticos para después de comer, ya que tuvo lugar una constante con la que se encuentran nuestros voluntarios cada día: personas que se les acercan porque necesitan ser atendidas por razones de salud.

Una madre con dos hijas gemelas pidió a nuestra gente si podían atender a las niñas, que sufrían algunas heridas importantes producto de la tiña. La cura de las gemelas fue muy dura. Tenían las manos y los brazos totalmente llagados hasta los codos. Estos, con heridas abiertas del tamaño de una moneda de 2 euros, y las orejas agrietadas sangrando. Les limpiaron con un jabón especial, les aplicaron una pomada y después tomaron la medicación.

Una tercera niña de unos 6 años vino con el culo llagado por la misma enfermedad. Se hizo con ella el mismo tratamiento.

Un hombre también hacía cola para que le curásemos el mal de estómago que sufría.

Diouf y Sidibe, presentes en todo momento, recibieron un curso de formación acelerada de cómo se hacían las curas, tarea que con nuestra marcha de Bouloukounda se encargarán de hacer ellos. Así mismo, deberán hacer mucha pedagogía para que los niños y niñas cuiden su higiene personal.

Después de comer tocaba poner en marcha los ordenadores y la impresora, hecho que generó una gran expectación, especialmente en Diouf, ya que será una de las herramientas para hacer su labor educativa.

Momentos de tensión y, finalmente, se hizo la luz en las pantallas de los ordenadores y sonó la musiquilla de Windows. Funcionaba todo perfectamente y hacía falta configurar el idioma de los equipos y de los teclados. Después le tocaba el turno a la impresora e instalar los “drivers”, tarea que había dejado preparada el compañero Cayetano antes que saliesen los equipos en el barco.

Diouf, emocionado y curioso, probó fotocopiar un documento: “Papel atascado, retire el cartucho de tóner”. Resulto el problema, Xavi cedió el honor al profesor para darle al botón. Después de un interminable segundo, apareció una hoja en blanco. Diouf ponía cara de circunstancias, giró la hoja y… magia, en la otra cara había la impresión deseada.

Como si de un gran hito se tratase, estalló la euforia y todos los presentes saltaban, gritaban y reían entre abrazos. Incluso el profesor, un hombre serio y que mantiene siempre la compostura, no pudo evitar el contagio de este momento tan especial.

Después de este “hito”, nuestros voluntarios pudieron hacer lo que estaban anhelando durante esta jornada tan calurosa: ducharse. Una cosa tan elemental que se convierte en privilegio cuando las temperaturas sobrepasan los 40 grados y te encuentras en Senegal. En este caso, también es básica, ya que consiste en tirarte un cazo de agua, enjabonarte, y otro cazo para aclararte.

Nuevamente comenzaba una tarde donde cada voluntario tenía una tarea diferente que hacer.

A Xavi le tocaba fútbol, en este caso partido, al que llegó un poco tarde rompiendo involuntariamente la estricta puntualidad “inglesa” que le caracteriza.

Rouse, cuando le tocaba el deseado momento de la ducha, se encontró con 15 niñas que le esperaban en la puerta de casa para jugar.

Xavier se encargaba de la colada, acompañado como siempre por los 10 niños que no se separan de él. Los niños no le dejaron hacer este trabajo, y se organizaron: unos sacaban agua del pozo, otros lavaban, y un tercer grupo aclaraban la ropa.

Cuando ya había oscurecido, tocaba cenar. El miércoles se olvidaron de traer la comida, pero esta noche la trajeron dos veces, una de ellas un arroz con salsa y cus-cus. Solamente comieron un poco y por compromiso.

Ahora tocaba el ritual de salir al patio a fumar un cigarro y disfrutar del cielo estrellado, ceremonia que se rompió cuando alguien comenzó a golpear la puerta de acceso al patio.

Eran los profesores Diouf, Kafa y madame Fall que llevaban una bandeja tapada con comida cocinada por esta en agradecimiento a la labor realizada en la escuela. Todo un detalle consistente en un pollo asado con verduras y cebolla caramelizada. Nuestra gente saco fuerzas y hambre, y finalmente “se pusieron las botas”.

Con las tres cenas que se tragaron seguro que podrán hacer una gran contribución a las existencias de abono para el huerto.

 

 

 

 

 

Día 7 (15.01.2020)

El miércoles se despierta nublado y con arena y polvo en el ambiente. Nuestros voluntarios inician la rutina de cada día.

Hoy tocaba ir a Tambakounda a hacer el aprovisionamiento del material necesario para la escuela, las medicinas que se necesitan, y también para comprar alimentos. Acompaña a nuestra gente el profesor Diouf y Ibrahima, que es el conductor y familiar de Mbanding.

A mitad de camino, la policía detiene el vehículo, ya que ven gente blanca y eso se transforma en dinero. La razón, pisar supuestamente una línea continua. Les ponen una multa de 6.000 francos, unos 9 euros (1 euro es igual a 650 francos) y continúan la ruta.

Mañana muy movida y nuestros voluntarios muy contentos.

Han podido comprar en la farmacia el equivalente a seis cajas para tratar la enfermedad de la piel de los niños y niñas que padecen la tiña. Después de comprar algunas cosas que necesitan (jabón para los platos, café, papel higiénico, agua, etc.) y dar una vuelta por Tambakounda, Diouf tenía previsto hacer una gestión con los responsables de la demarcación regional educativa y pidió a Xavi que le acompañase.

El profesor Diouf llevaba la documentación para pasar la inspección del colegio. Durante estos días preparó una memoria de tres páginas, redactadas a mano, con la incorporación de todas las mejoras que estaban previstas en la escuela (la instalación eléctrica y del generador, la de los ordenadores y la ubicación de la post-santé) para que fuesen aprobadas y legalizadas.

Para romper la dinámica burocrática de este país, el inspector se queda impactado y encantado con el proyecto y llama al inspector jefe. Los dos firman los documentos oportunos y se legaliza la nueva situación de la escuela en un tiempo record.

Nuestra gente se queda maravillada con la capacidad de resolución y la tenacidad de Diouf. No pueden más que agradecer a este hombre su implicación, y llegan a la conclusión que, sin él, muchas cosas no tirarían adelante. En buena medida, el futuro de las nuevas generaciones del poblado está en sus manos.

Después ha tocado comer un trozo de pescado con arroz y verduras, todo muy picante, como acostumbran a ser las comidas en esta zona del país, e inmediatamente, corriendo hacia Bouloukounda, ya que a las 17 horas Xavi tenía previsto dirigir el entrenamiento de los niños más pequeños.

Unos 40 niños alevines esperaban a Xavi como si fuese un Klopp. Un entrenamiento con las herramientas que tocan y un nuevo entrenador que les aportaba algunas tácticas y ejercicios que los jugadores desconocían, y que han aprendido rápidamente y han ejecutado disciplinadamente.

Como no podía ser de otra manera, cualquier cosa que hace nuestra gente siempre está acompañada de fuertes emociones y sentimientos profundos.

Al acabar el entrenamiento, dos niños de 9 y 10 años se han acercado para hablar con Xavi y pedirle que a la vuelta se los lleve a Rubí. Contaban que vivían solos con sus madres y que sus padres no estaban; uno había marchado y el otro había fallecido. Que prácticamente no veían a sus madres, porque estaban trabajando en el campo todo el día, y que después de salir de la escuela fabricaban vallas con bambú para ganarse un dinero y poder comer.

Los niños querían que Xavi les hiciese una fotografía juntos, porque si finalmente no podían venir a Barcelona, esta foto saliese en su próximo libro y, puede que, alguien se fijaría en ellos como paso con Mbappé o Coutinho y así poder marcharse del poblado.

Con todo el dolor del corazón, Xavi les convenció que no podía llevarlos a Rubí i entonces se conformaron con que les hiciese la foto.

Nos podemos imaginar como quedo de tocado Xavi, y ha sido inevitable recordar a tantos niños y niñas, mujeres y hombres, que marchan de sus países y se alejan de sus familias; que han de atravesar diferentes territorios con muchos riesgos y a veces encontrándose con lo peor de la condición humana, que dejan sus vidas en las aguas del Mediterráneo o en el remolque de un camión, que son detenidos, confinados y retornados, y que lo harán una y otra vez para conseguir alcanzar sus sueños.

Y lo más duro de todo y que no saben… que si llegan a la “tierra prometida” sufrirán a menudo la incomprensión, la falta de empatía y sensibilidad humana de los acogedores, y muchos estarán abocados a hacer lo que no quiere hacer nadie por unas migajas y además deberán dar las gracias porque disfrutan de supuestos privilegios que no tienen los nativos.

De vuelta a la casa después del entrenamiento, Xavi no ha podido reprimir los sentimientos que arrastraba después de hablar con estos dos niños y se ha hundido. Ha intentado esconderse y no ha parado de llorar. Rouse, que lo ha “descubierto”, también se ha puesto a llorar mientras los dos se fundían en un abrazo.

Quien redacta esta crónica tampoco ha evitado derramar unas cuantas lágrimas delante de la pantalla del ordenador mientras casualmente escuchaba “Change The World” de Eric Clapton.

Mientras todo esto pasaba, Xavier continuaba haciendo amigos y disfrutaba con seis niños que, con una libreta en la mano (un “bic” como dicen ellos), le han propuesto un juego: han escrito en mandinga todo lo que veían entre dos columnas de la casa y Xavier había de traducirlo al castellano.

Antes de cenar Xavi ha hecho una nueva cura a Camara. La herida evoluciona bien.

Sorprendido le ha preguntado cómo es que tenía la venda que le había puesto el martes igual que la había dejado, y este le ha reconocido que en la visita médica que ha tenido fuera del poblado el médico ni la ha destapado, ni la ha mirado, y no ha hecho absolutamente nada; únicamente darle una pastilla por si le dolía la cabeza. Como es preceptivo, después le han cobrado la visita.

Si una de las preocupaciones de nuestros voluntarios era y son las cuestiones de salud, con situaciones como estas valoran que nuestra aportación y la ayuda de la entidad “Els nens de la llauna” únicamente apaciguará una parte de sus necesidades, pero que es un gran avance respecto a la situación que mantenían hasta ahora.

Durante estos días son habituales las visitas de muchas madres a la casa para que hagamos curas a sus niños y niñas, y nuestra gente se queda sorprendida por las muestras de agradecimiento de muchos vecinos por el hecho de aportar algunos medicamentos básicos al poblado y recibir esta atención tan elemental.

Hoy, para cambiar el menú habitual, tocaba cenar algunas de las cosas que nuestra gente ha comprado en Tambakounda; unos buenos bocadillos de atún y unos macarrones.

Esta noche las estrellas también esperaban la visita de Rouse, Xavier y Xavi. No las veían demasiado claras y sí borrosas, y no porque hubiese arena y polvo en el ambiente como en el inicio de la jornada, sino porque nuestra gente las miraba con los ojos llenos de lágrimas.

 

 

 

 

Día 6 (14.01.2020)

¡Volvemos a Bouloukounda! Día 6
¡Volvemos a Bouloukounda! Día 6

Comienza un nuevo y brillante martes en Bouloukounda.

Nuestros voluntarios se levantaron temprano, como siempre, despertados con los primeros rayos de sol. Después de desayunar se han encontrado con los profesores Diouf, Kafa y el alcalde Drammhe para depositar el material sanitario y las sillas de ruedas en el nuevo espacio habilitado en la escuela.

Hasta aquí todo dentro de la normalidad, un previsible día de trabajo.

Pero nuestra gente percibía en el ambiente que esta normalidad había de dar un giro inesperado. Se veían cosas no habituales: gente mayor sentada en el patio de la escuela, todos los padres, madres, niños y niñas presentes, el profesor Diouf diciendo alguna cosa a los alumnos que se apresuraban en montar un círculo con los pupitres en el patio…

En un momento nuestros voluntarios se encontraron  buena parte del poblado a su alrededor, al alcalde, y a Diouf ejerciendo de maestro de ceremonias.

Lo que pensaban que pasaría el día  que llegaron (como ocurrió el año anterior), se había organizado sigilosamente, por sorpresa y a plena luz del día. Todo estaba preparado, Xavi, Rouse y Xavier no sabían ni se habían enterado de nada, centrados en las diferentes tareas en las que estaban dedicados.

De repente, se encontraron con un pueblo volcado, como pasa en las grandes celebraciones y los momentos más importantes de la colectividad, para dar formalmente la bienvenida a nuestra gente y celebrarlo como lo hacen ellos, con música, baile, color y mucho cariño.

El profesor Diouf invitó a nuestros voluntarios a sentarse al lado del alcalde Drammhe, que se dirigió a sus conciudadanos. Sus palabras, además de la cordialidad y la sinceridad en los sentimientos, mostraban un nuevo camino que se ha iniciado con este segundo viaje, y que a los organizadores del proyecto nos preocupaba. Más adelante explicaremos el por qué.

El alcalde explicó a qué acuerdos habíamos llegado y destacó los lazos que unen Bouloukounda con Can Mir; que nos consideran su família, que habíamos vuelto para cumplir nuestros compromisos y nuestras promesas, que Rouse, Xavier y Xavi habían hecho un gran esfuerzo personal y económico; que cuando pasa esto es porque se hacen las cosas con el corazón y no para quedar bien. También se comprometió públicamente a hacer la caseta de primeros auxilios y, lo más importante, remarcó el esfuerzo y la tarea que debían hacer los habitantes de Bouloukounda para implicarse en mejorar su calidad de vida.

Tres parlamentos más en la misma dirección provocaron que todos aplaudiesen y que mucha gente se dirigiese a ellos para estrecharles la mano o darles un abrazo.

Esta cuestión, como indicábamos antes, era la que más nos preocupaba. Previamente al viaje, el grupo del CEF Can Mir que se encargaba de la organización del proyecto habíamos valorado la importancia de nuestra ayuda, pero  lo más importante era la corresponsabilidad de la gente de Bouloukounda y que fuesen ellos los que día a día trabajasen por su empoderamiento  para mejorar sus condiciones de vida individuales y colectivas. Lo que decimos aquí: No les demos el pescado, enseñémosles a pescar…

Este era el objetivo principal de este segundo viaje, y hemos comprobado que comienza a arraigar entre la gente. La percepción de nuestros voluntarios, y la reflexión posterior que han hecho, les ha permitido entender que el primer viaje fue valorado por la gente del poblado en términos de agradecimiento, pero como pasa casi siempre, podía ser flor de un solo día. Una acción que llena de satisfacción a la gente que quiere ayudar y que después, las cosas seguirían siendo iguales, como siempre. Afortunadamente, han visto que nuestra voluntad es de continuidad, pero lo más importante: que los primeros protagonistas, día a día, han de ser ellos.

Aprovechando el momento, el profesor Diouf se ha dirigido a las familias para explicar la importancia de la higiene. Muchos niños y niñas habían venido a la fiesta de bienvenida, y habitualmente lo hacen en clase, sin asearse previamente.

En este aspecto Diouf fue muy contundente y manifestó que a partir de ahora los niños que no vengan duchados no participarán en las clases, toque de atención a las familias y a los propios niños a los que les encanta ir a la escuela. La capacidad de liderazgo de Diouf y su pedagogía al explicar las cosas seguro que tendrán un impacto positivo en la mayoría de las familias y alumnos para conseguir este objetivo.

Acto seguido, los tambores empezaron a sonar. Unas niñas se pusieron detrás de los músicos para hacer los coros, y de una de las clases salieron otras cinco vestidas de verde que cantaron y bailaron una pieza típica que, según Mbanding, representa los más de 60 años de paz en Senegal.

Muchos bailes, mucha música y mucho jolgorio hasta la hora de ir a comer. La situación fue tan emocionante que Rouse se recuperó milagrosamente del golpe en el pie que se hizo el lunes y que la había dejado tocada. Como no podía ser de otra manera, las lágrimas estuvieron  a la orden del día.

Una vez comieron el arroz con salsa de cacahuete habitual, tocaba vivir un momento muy intenso, como es repartir entre los niños y los jóvenes el material deportivo que habíamos enviado desde Rubí. Hoy, por razones obvias, no se jugaría ningún partido.

Pero  tenía que saltar la sorpresa y surgió un problema que no se tuvo en consideración. Como sabéis el Club hizo una campaña de recogida de botas de futbol; más de 140 pares de todas las medidas para proveer a los jugadores de las diferentes categorías.

Pues, teniendo en cuenta que los jugadores más pequeños, entre 8 y 10 años, están acostumbrados a caminar descalzos, sus pies son más anchos y necesitan tallas entre la 41 y la 43. Esto ha implicado que las botas de medidas más pequeñas que enviamos todavía no tienen destinatario, cuestión que quedará resuelta con los niños más pequeños que se incorporen a jugar al futbol. Por el contrario, también implicó que las tallas grandes se hayan agotado sin cubrir a todos los jugadores.

Esta incidencia nos ha marcado el camino de la próxima campaña de colección de botas: tendremos que dirigirnos a futbolistas y a clubs que cuenten con categorías grandes, y con unas medidas de pie en consonancia, que nos permitan cubrir las necesidades de los jugadores de más edad. Mientras tanto, deberán continuar jugando con una imitación de botas de futbol de plástico que utilizan o chancas en el mejor de los casos.

En general el día ha estado marcado por momentos muy emotivos y donde compruebas la necesidad de la gente de mostrar su cariño más sincero, la generosidad del que no tiene nada, el agradecimiento por ser y no por tener, el sentimiento de colectividad, el respeto entre las personas, o la preocupación por que nuestra gente se encuentre como en casa. Xavier, llamado “le petit Xavi”, el más novel de nuestros voluntarios, se ha encontrado con cosas tan poco habituales como que un niño te coja la mano y te lleve a un lugar donde hay sombra para protegerlo, ya que la temperatura ayer era de 38 grados bajo un sol insufrible; o que con un niño con el que tiene una relación más cotidiana, se cree un vínculo tan fuerte que te diga en francés “je t’aime, tu es mon grand frère” (te quiero, eres mi hermano mayor).

Después de esta jornada tan plena, y mientras cenaban un delicioso guisado de pescado con ensalada y patatas fritas, otro incidente interrumpió la cena: Camara se había dado un fuerte golpe en la cabeza con una puerta de hierro que le dejó una importante brecha que recomendaba sutura. Xavi le desinfectó la herida y la taponó bien, y será necesario que el miércoles pueda tener la supervisión e intervención médica.

Este es otro ejemplo que contrasta con el planteamiento de vida que tenemos en Occidente. Como alguna vez hemos explicado, el centro médico más próximo está a 50 kilómetros, sin medios de transporte para acceder, y estas carencias les obliga a buscarse la vida por ellos mismos, con dificultades y limitaciones importantes, sin lamentarse ni buscar responsables ajenos. La próxima vez que uno de nuestros voluntarios  tenga que ir al médico cuando lleguen a Rubí, una media hora de espera seguramente se hará corta.

También es importante que la gente de Senegal y de muchos países sean conscientes y más exigentes con sus autoridades para hacer posible el acceso a recursos tan básicos como la sanidad.

Para poner fin a la jornada, tocaba nuevamente disfrutar del cielo de Bouloukounda y encontrarse de nuevo con el universo y con ellos mismos. Mañana Xavi, Rouse y Xavier tendrán un día donde las protagonistas serán las mujeres y en el que se trasladarán a Tambakounda para proveerse de material.

 

 

Día 5 (13.01.2020)

Xavi Mas y el alcalde Sr. Bousou Drammeh
Xavi Mas y el alcalde Sr. Bousou Drammeh

La actividad en Bouloukounda comienza a las 5.30 de la madrugada. Los altavoces de la mezquita llamando a la oración despiertan la vida en el poblado, también despierta de repente a Xavi, Rouse y Xavier, ya que este centro de culto se encuentra tan solo a 10 metros de la casa donde están instalados. A pesar de que intentan estirar el sueño, los rayos del sol entran por las ventanas y toca levantarse.

Al salir a buscar el desayuno habitual (pan con mahonesa, cebolla y tres potes de leche) les saludan unas chicas que están haciendo la colada al lado del pozo. Si no fuese por estas niñas y muchas jóvenes y mujeres de Bouloukounda no se pondría en marcha el poblado; son las primeras en levantarse y las últimas en ir a descansar bien entrada la noche.

El lunes se preveía intenso. Nuestros voluntarios mantuvieron una reunión con el alcalde, el señor Bousou Drammeh, y algunos responsables del poblado, para compartir en detalle las aportaciones y los proyectos que se llevarán a cabo (informatización de la escuela, construcción del huerto, construcción de la “poste” sanitaria y el acceso a una atención médica básica) y para concretar las tareas que se han de llevar a cabo durante los próximos días y semanas. Después de una hora de reunión, se ha acordado el lugar donde se construirá la caseta de primeros auxilios, la ubicación del nuevo huerto, y el lugar donde se ha de instalar el generador eléctrico.

Posteriormente, todos se desplazaron a la escuela para comprobar in situ, conjuntamente con los profesores Diouf i Kaba, estos espacios que tendrán nuevos usos.

Uno de los compromisos del alcalde Drammeh ha sido que la caseta de primeros auxilios se construirá en el recinto de la escuela. Tendrá unos 20 metros cuadrados y se prevé finalizar las obras entre 3 y 6 meses. De momento, este espacio de carácter sanitario se ubicará provisionalmente en la misma sala que los ordenadores, y contará con el material, una camilla y dos sillas de ruedas. Los profesores Diouf y Kaba serán responsables del material sanitario entre semana y Sidibe durante los fines de semana y los días festivos.

También se valoró que serán necesarios los permisos de las autoridades gubernamentales para que la escuela pueda tener la consideración de “santé-collège” (sanidad-colegio) y sean compatibles en un mismo lugar la actividad educativa y la sanitaria. Así mismo, se dará formación en primeros auxilios a dos personas del poblado, que estarán apoyados por los médicos y enfermeras que aportará la entidad tarrasense “Los niños de la lata” y les ayudarán a renovar la farmacia cada tres meses.

Después de concretar estos proyectos, visitaron el espacio donde se habilitará el huerto. La Rouse ha hecho una gran tarea previa para recoger semillas de diferentes verduras, legumbres y frutas (coles, calabacines, judías, pimientos, melones, tomates, ciruelas y melocotones, entre otras), que ayudarán a que este huerto tenga alimentos variados y saludables, así como la preparación de materiales formativos para hacerlo realidad. El martes se concretará con el alcalde el grupo de gente que comenzará de manera inmediata las tareas de preparación de estos terrenos. También se valoró buscar presupuestos para la adquisición de un tractor.

Una vez concretados estos proyecto, Xavier ha preparado un listado definitivo para comprar en Tambakounda; tomando las medidas del total de metros de cable necesario (más de 120 metros) y los accesorios para poder instalar los equipos informáticos en la escuela.

Con una temperatura de casi 40 grados, llega el momento de comer y nuestros voluntarios se tragaron un arroz blanco con tomate y cacahuetes.

Es imposible a estas horas salir de casa y lo que toca es descansar un poco, ya que la tarde se prevé llena de actividades: la apertura de las cajas de material que se enviaron por barco el mes de noviembre y clasificarlo (equipaciones y material deportivo, ropa para los niños más pequeños y juegos educativos y juguetes), concretar la compra de material sanitario para tratar la tiña que padecen muchos niños y niñas del poblado, y como no podría ser de otra manera, disfrutar de una nueva jornada de futbol.

La siesta ha durado poco, ya que han comenzado a venir a la casa muchas criaturas y mucha gente a saludar a nuestra gente. La Rouse se ha hecho mal en un pie al darse un golpe con un tronco que la ha dejado tocada durante todo el día.

A las 17:30 horas Xavi y Xavier fueron a ver los partidos, actividad que tendrá lugar cada día para ver como van evolucionando los jugadores. Nuevamente quedaron maravillados con las condiciones físicas y técnicas de muchos niños y jóvenes; parece que tengan un don natural y piensan (también sueñan) en las oportunidades que tendrían jugando en un espacio y con un material en condiciones. Con muchas limitaciones disfrutan y se dejan la piel, jugando descalzos, con chancletas o calcetines, entre piedras y sobre una hierba seca que se clava como agujas.

Todavía no saben que mucha gente de nuestro país ha hecho una donación de más de 140 pares de botas que pronto podrán utilizar. La mala noticia es que las precarias porterías que se instalaron el año pasado han quedado malogradas e inservibles; reponerlas será uno de los nuevos retos para la próxima visita.

Después de una reunión al atardecer con los profesores y profesoras de la escuela, que este año han aumentado hasta cuatro, tocaba cenar y descansar después de una jornada maratoniana.

En estos momentos de tranquilidad y serenidad, con el poblado a oscuras, se abre uno de los momentos mas maravillosos del día: contemplar el increíble cielo de África, que nos muestra lo pequeños que somos y lo grande que es este continente y su gente.

También nuestros voluntarios, que durante el día que se acaba han puesto las bases para mejorar la calidad de vida de mucha gente de Bouloukounda.

 

 

 

 

Día 4 (12.01.2020)

Volvemos a Bouloukounda _dia 4
Volvemos a Bouloukounda _dia 4

Comienza un nuevo día en Bouloukounda después de una noche durmiendo “a la fresca”. Y sorprendentemente fue muy fresca, ya que la temperatura bajo más de 20 grados respecto a la jornada anterior.

Después del habitual y clásico almuerzo, nuestros voluntarios y el profesor Diouf han hecho la instalación de los ordenadores y la fotocopiadora-impresora en el colegio, y mañana se hará la instalación eléctrica y la puesta en marcha del generador. Diouf está emocionado; según sus palabras es la primera escuela en la zona que tendrá ordenador, y en este caso tres. Missirah, ciudad importante en la zona y que tiene un instituto, solamente tiene un equipo.

Hay que recordar que hasta ahora los deberes y los exámenes para los 400 alumnos de la escuela debían ser escritos a mano por el profesor y la profesora, tarea que les ocupaba una gran cantidad de tiempo que no podían dedicar a hacer otras cosas.

Posteriormente, tuvieron una reunión con el alcalde de Bouloukounda para tratar el tema sanitario y ligarlo con el acuerdo al que llegaron nuestros voluntarios con Amador, de la entidad tarrasense “Els nens de la llauna”. En este sentido, se ha definido un lugar donde iría el espacio sanitario y donde se depositarían los medicamentos y el material; de manera provisional contaran con una habitación dentro del colegio. Nuestros voluntarios le han pedido que sería necesario un espacio únicamente dedicado a esta función, y el alcalde se ha comprometido a que se construirá una pequeña edificación.

También en el ámbito sanitario, han tratado el problema de algunos niños que padecen tiña, una enfermedad cutánea causada por una infección micótica y que se propaga por contacto directo entre pieles. Durante esta mañana se han puesto en contacto con el grupo de médicos de los que hablábamos en una crónica anterior, y les han orientado en como hacer una primera cura y cuales son los medicamentos que han de utilizar y que mañana comprarán.

Esta tarde han asistido a dos partidos, uno previo de alevines para calentar el ambiente, y otro entre los equipos cadetes CEF Can Mir-Bouloukounda y el Tabayang; niños entre 15 y 16 años, algunos de más de un metro ochenta de altura, que juegan descalzos o con chanclas, y que tienen un toque de pelota increíble. Xavi, como especialista en la materia, ha alucinado con el nivel de muchos jugadores y especialmente con la actitud entre compañeros y el equipo rival: como disfrutan, como se lo toman, como se respetan…

Como ejemplo un detalle. Aquí, antes de comenzar los partidos, el árbitro identifica a cada jugador para ver si se corresponde con los que tienen ficha. En Bouloukounda, un equipo está delante de otro, el árbitro nombra a cada jugador para pasar lista, y el resto de deportistas de los dos equipos le aplauden cuando dicen su nombre. Todo un ejemplo que ya nos gustaría ver en muchos campos de futbol nuestro país.

Acaba una jornada donde se han tratado temas importantes por lo que respecta a la educación y la salud, y se ha disfrutado de un tiempo de futbol que nos ha permitido conocer la evolución de nuestros jugadores. Mañana toca poner en marcha los aparatos eléctricos e informáticos de la escuela, esperando que el señor Murphy esté bien lejos de Bouloukounda.

 

 

 

Día 3 (11.01.2020)

Volvemos a Bouloukounda 2020
Volvemos a Bouloukounda 2020

Finalmente, nuestros voluntarios del CEF Can Mir han salido hacia Bouloukounda a las 7 de la mañana. Ayer no fue posible conseguir plaza para ir con transporte público y esto les ha obligado a alquilar un coche con conductor para hacer el viaje.

Todavía recuerdan la aventura por carretera del año pasado, las anécdotas que vivieron, con la policía senegalesa incluida, y las veces que iban pisando un freno inexistente dadas las “habilidades” automovilísticas del conductor.

Esta vez ha sido diferente por lo que respecta a la seguridad, la incertidumbre y también al miedo.

A pesar de 9 horas de viaje, 700 kilómetros recorridos, y una temperatura de 40 grados (sin aire acondicionado), el Peugeot 307 familiar que les transportaba llegaba a Bouloukounda a las 18.30 horas sin ninguna novedad destacable y sin ningún sobresalto. Cuando los últimos rayos del sol apuntaban en el horizonte, por fin encaraban el camino de entrada en el poblado.

Si el reencuentro entre los recuerdos y la realidad preveía momentos de emoción, lo que se han encontrado ha sido maravilloso e impactante: una multitud de niños y niñas, gente de todas las edades, y nuestro voluntario Mbanding, les esperaban haciendo un pasadizo y corriendo a los costados del coche para darles la bienvenida mientras gritaban los nombres de nuestra gente.

Para Rouse y Xavi, que ya vivieron estas emociones el año pasado y que están “bregados” en la vida, el impacto ha sido brutal y no han podido (ni querido) evitar mostrar sus sentimientos y han vaciado sus ojos de lágrimas. Xavier, que por primer año se ha incorporado al grupo de voluntarios, ha quedado conmovido por el momento y por conocer en primera persona los lazos que unen a nuestra gente con la gente de Bouloukounda y viceversa.

El artífice de esta bienvenida ha sido nuestro voluntario Mbanding, que antes de las fiestas navideñas marchó al poblado con dos finalidades: una, preparar el terreno para la llegada del resto de compañeros y coordinar los trabajos previos; y la otra y más especial, para celebrar su matrimonio.

Con la llegada de nuestra gente y este importante acontecimiento de la comunidad es increíble el ambiente que se está viviendo en el poblado.

Después de estos momentos tan intensos, Xavi, Rouse y Xavier ya se han instalado en la casa donde el año pasado vivieron tantas emociones y se han reencontrado con mucha gente que les dejó huella. Allá estaban, entre otros, Sidibe, Camara y el profesor Diuf, que han vivido el reencuentro con mucha emoción

Lo que tocaría ahora sería descansar, después de una jornada tan intensa, pero dadas las circunstancias y habiendo de cerrar la crónica, presumimos que la noche será larga y celebrarán la llegada de nuestros voluntarios y el matrimonio de Mbanding con una fiesta llena de color y ritmo, pero a oscuras. Mañana desvelaremos esta duda.

 

 

 

 

Día 2 (10.01.2020)

Tornem a Bouloukounda

La jornada de hoy ha comenzado para nuestros voluntarios a las 7 de la mañana. En la calle, muchos niños y niñas iban contentos a la escuela caminando descalzos entre escombros y basura.

Ha sido un día, por un lado muy productivo, y al mismo tiempo, con las típicas dificultades para hacer gestiones y trámites a Senegal.

La noche y una parte del día, Xavi, Rouse y Xavier han estado en Le Royaume des Enfants, en Rufysque (cerca de Dakar); una casa construida por la entidad tarrasense “Els nens de la llauna” que da acogida a niños y a niñas que subsisten pidiendo dinero con latas por las calles de esta población.

Han mantenido una reunión muy interesante con Amador, responsable de la asociación de Terrassa, que ha permitido avanzar en un tema que nos preocupa, y mucho, como son los recursos sanitarios en Bouloukounda.

Como alguna vez hemos explicado, el acceso al material, a los medicamentos y a la atención sanitaria de los habitantes de Bouloukounda es muy precaria: han de recorrer 50 kilómetros para recibir esta atención. Y además pagando.

Para mejorar esta situación, los compañeros han cerrado un acuerdo para que puedan llegar medicamentos y material sanitario al poblado y, lo más importante, para poder contar con una asistencia sanitaria rápida, puntual y básica prestada por las enfermeras y las médicas que trabajan con esta entidad.

También han aprovechado el día para conocer la labor que realiza esta ONG y ayudar en la casa en sus actividades ordinarias. Así mismo han conocido por la tarde la intensa vida en las calles de Rufysque, con niños jugando al futbol y que se les acercaban con curiosidad y para saludarlos.

Lamentablemente una parte del tiempo, como era previsible, lo han dedicado a hacer gestiones interminables para poder marchar hacia Bouloukounda. Gestionar cosas tan sencillas como reservar plazas en un autobús, se convierten en complejas y eternas. En cualquier caso ya han conseguido el medio de transporte para ir al poblado, y mañana se pondrán en ruta con 700 kilómetros de riesgos y anécdotas por delante.

No queremos acabar la crónica sin agradecer a Amador y a su gente la hospitalidad y la acogida, el conocimiento y las experiencias que nos ha transmitido, y la colaboración y ayuda que nos permitirán mejorar nuestro proyecto.

 

 

Día 1 (9.01.2020)

Tornem a Boulokounda!

Los voluntarios de CEF Can Mir, Xavi, Rouse y Xavier esta mañana se han ido a Dakar (Senegal). Mbanding partió ante las fiestas para preparar la logística en Bouloukounda.

Hace un año que fueron y regresan para continuar con los proyectos que comenzaron. Se trata de la mejora de la escuela con medios informáticos y recursos educativos, crear una zona agrícola que servirá para producir productos alimenticios para el autoconsumo, canalizar el agua del pozo, asignar un espacio para primeros auxilios y dotarlo de material sanitario básico y terminar la zona deportiva. Además de entregar el equipo y el equipo deportivo que hemos recibido.

Nuestros voluntarios han llegado a Dakar donde Amador los estaba esperando, que está a cargo de la "Asociación Niños de la Lata" que también desarrolla acciones solidarias y de cooperación en el país. Después de la cena, tendrán una reunión para establecer acuerdos de colaboración entre las dos entidades.

Mañana comenzarán el viaje a Bouloukounda. Les esperan más de 700 kilómetros para llegar al poblado y poner en marcha los nuevos proyectos.

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